Por los pasillos se sucedieron cuatro días de encuentros entre expositores, en la platea, editores en el piso de arriba, fotógrafos (que nunca llevan cámara), coleccionistas (los compradores de fotografía compran el jueves, los de libros el fin de semana), y revendedores de libros autografiados.
Me llevo a Madrid varios trofeos para la biblioteca. El estadounidense Danny Lyon tiene su nombre grabado en la historia del motociclismo desde que publicó The Bikers. La primera edición del libro en 1968 fue la semilla de la película Easy Rider, que a su vez construyó la iconografía del motorista pandillero. Danny se aburre un poco y mientras firma libros envía SMS. En la cola sólo somos hombres. "¿Ves este chico?", me pregunta. "Este iba a mi clase en Chicago, y era motorista. Por eso lo puse en la primera página", me explica. "También iba a mi curso Bernie Sanders, era buen tipo".
A la misma hora el italiano Paolo Roversi firma también. El legendario fotógrafo de moda se mueve lentamente, acompañado de un bastón. "No firmo otros libros, lo siento". En la cola hay coleccionistas que han cargado con toda su obra en libros y revistas artísticas como Egoiste, y pretenden aprovechar para mejorar su colección o para luego revender en eBay. Roversi hoy firma un libro raro, Des Oiseaux (Las odiseas), una serie de retratos de pájaros que no representa el leit motiv de su carrera, pero sus últimas exposiciones lo han encumbrado al Olimpo de la fotografía.
La gran estrella de las firmas en Paris Photo es, un año más, el británico Martin Parr, que, con su mezcla de color, y una mirada naif que enfoca en el ridículo humano con humor, es muy querido. La cola es la más grande del festival y Martin firma un poco en automático. Firmará dos días distintos y en diferentes stands. Parr es muy prolífico y tiene como virtud ser invisible. Es como si no tuviese ego, como si el mismo fotógrafo tuviese la capacidad de pasar inadvertido, de ser invisible, y por eso pudiese camuflarse en las situaciones absurdas a las que nos tiene acostumbrados. Parr presenta una reedición de The Last Resort, ya editado en 1986.
También mi reconocimiento para Pancho Saula, fotógrafo, representante de fotógrafos, y propietario de Alta, la galería que desde lo alto de Andorra va cogiendo forma. Su apuesta por Ramón Masats, el año de su fallecimiento, ha sido de lo mejor de la feria.
Sus dos hijos, especialmente Ramón, como su padre, disfrutaban orgullosos del reconocimiento a uno de los más grandes. Si Saula es capaz de elevar a Masats donde merece, Alta será mucho más alta. Y a mí me encantará contarlo.
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My recognition also goes to Pancho Saula, photographer, representative of photographers, and owner of Alta, the gallery that is taking shape high up in Andorra. His commitment to Ramón Masats, in the year of his passing, has been one of the best aspects of the fair.
His two children, especially Ramón, like his father, proudly enjoyed the recognition of one of the greatest. If Saula is able to elevate Masats to where he deserves, Alta will be much higher. And I will be delighted to tell about it.